El sistema funciona captando la energía mecánica de las pisadas mediante materiales piezoeléctricos conectados en paralelo sobre una placa. Estos elementos transforman la presión del paso en corriente alterna, la cual luego es convertida en corriente continua mediante un puente de diodos y un capacitor que estabiliza la señal. A continuación, un conversor reductor regula la tensión de salida y aumenta la corriente para permitir una carga eficiente de una batería recargable.

La piezoelectricidad se basa en la estructura cristalina de ciertos materiales, como el cuarzo y el tourmalina. Al aplicar una fuerza sobre estos cristales, se produce un desplazamiento de cargas eléctricas internas, lo que genera una diferencia de potencial. Este fenómeno es bidireccional, lo que significa que no solo genera electricidad a partir de presión, sino que también permite que un material piezoeléctrico cambie de forma cuando se le aplica un voltaje.

Las aplicaciones de la piezoelectricidad son diversas e incluyen desde sensores y actuadores en dispositivos electrónicos, hasta sistemas de generación de energía y tecnologías médicas, como en ultrasonidos. Este fenómeno también se utiliza en relojes, micrófonos y altavoces, mostrando su importancia en nuestra vida cotidiana.